Vivo en una ciudad rodeada por un entorno artificial, una especie de libertad carcelaria creada para nosotros, por nosotros.
Compenso mi añoranza de lo natural con piedras, plantas, conchas e imágenes que me recuerdan mi origen y la belleza de vivir rodeada de grandeza.
Tomando la frase de Winston Churchill: «Nosotros damos forma a nuestros edificios y ellos, después, nos forman a nosotros» me pregunto si mi corazón estará tomando la forma de ladrillo o si todavía conserva la memoria de sus curvas.
Esther García Labeaga