La casa, el espacio habitado, va evolucionando acompasado con nuestros cambios y necesidades. La casa observa nuestra transformación y, como algo vivo, transmuta con sus habitantes.
Los años implican evolución, fases de destrucción, otras de reconstrucción y mientras, la casa se adapta en este proceso evolutivo. La metamorfosis a veces es gradual y otras, severa, definitoria de una mudanza radical de ideas o de formas de vida.
De esto modo, el espacio conocido muestra su aspecto lleno de referencias trazadas con nuestras coordenadas. Entonces, la arquitectura de interior se convierte en la crónica de nuestras vidas, el mapa de nuestra travesía, nuestro retrato de vida.
Esther García Labeaga, Neo y Mo Estudio.