La luz, sea natural o artificial, siempre es un elemento compositivo que puede ser controlado para jugar a favor de la obra.
La luz siempre se define según sea la dirección de la que procede: frontal, cenital, lateral, frontal-lateral, contraluz y contrapicado.
Si la luz es lateral a un objeto, el lado contrario queda en la sombra generando un cierto dramatismo.
Si la luz es frontal, puede resultar dura. Además, al no generar contrastes, los volúmenes se muestran más planos.
La frontal-lateral es una luz que incide en un ángulo de 45º. El objeto queda muy iluminado en algunas zonas, degradándose la luz en sombra hacia el lado contrario, llegando hasta la oscuridad.
La luz cenital procede de la parte superior. Es una luz general.
A contraluz, queda la parte más cercana en penumbra, creando una atmósfera entre lánguida y decadente.
En la luz en contrapicado el objeto recibe la luz desde abajo provocando una cierta teatralidad.