Todo ser humano es capaz de cambiar el mundo. A veces, el eco es pequeño; otras, es inmenso y llega a cada rincón del planeta. Pero ¿cómo cambiar el mundo a través de los cambios en nuestro hogar?
Una nueva idea es el principio de una transformación si va seguido de una acción. A veces, este cambio puede parecer insignificante. Veamos. Un buen día, gracias al eco de otras ideas similares, despierta en mí la conciencia de que mi consumo está ayudando a esquilmar el planeta. Aceptar mi responsabilidad me agita a la vez que descubro que no necesito tantas cosas a mi alrededor y que su exceso me resta libertad. Esta nueva idea produce los siguientes cambios. Por un lado, empiezo a comprar menos cosas porque ya no necesito tantos adornos y porque mis armarios y cajones están tan atiborrados que el orden resulta complicado. Por otro lado, comienzo a desprenderme de cosas que uso poco o nada y empiezo a buscar receptores para ellas. Es entonces cuando descubro la economía circular.
¿Es esto un cambio? Claramente, esto es un cambio que invita a nuevos cambios. Con este sencillo gesto se abren nuevos caminos sin fin, que se bifurcan y que generan nuevas redes de intercambio. Asimismo, al aliviarme de enseres, descubro el valor intrínseco y la belleza de lo que va quedando después de esta especie de naufragio.
Este ansia tan humana por tener y por poseer está presente en nuestra historia como raza. Uno de los motores de la revolución industrial fue que la oferta creció pareja con la demanda. La producción en masa fomentó el concepto de capitalismo que, progresivamente, se fue instalando y consolidando a lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX. Sin embargo, en este siglo XXI su voracidad tiene tal calado que resulta aterrador.
Pero… hay esperanza, hay tierra a la vista en este maremagnum!!! La idea de ‘cuanto más tienes, más vales’ ya no tiene tantos créditos. Esta rúbrica de la riqueza ya no es tan admirada. El poder del sencillo bienestar, de la solidaridad y del respeto está ganando posiciones.
Volviendo a nuestra pequeña-gran dimensión humana y tomando como marco nuestro hogar, la suma de estos pequeños-grandes mundos que están cambiando podría alcanzar una magnitud ilimitada. Consumir menos y compartir más es el cambio. Sé el cambio.
Esther García Labeaga