Tal y como decíamos en nuestro artículo anterior, antes de comenzar a redistribuir el espacio de una vivienda es indispensable hacer un análisis certero sobre cuáles son las necesidades, los gustos, el estilo de vida y la edad de cada una de las personas que habitarán ese espacio familiar.
Una distribución adaptada a la actividad diaria es aquella cuyos espacios cumplen su función óptimamente al disponer de un volumen apropiado para su uso así como de una orientación ajustada a su necesidad. Con esto, creamos una vivienda a la medida y a la escala de su futuro usuario.
Por ejemplo, un salón de gran formato se desperdiciará si este espacio es utilizado en contadas ocasiones. Asimismo, una vivienda con gran número de estancias sería un derroche del espacio utilizable si algunos espacios no fueran de uso diario. Resultaría mucho más útil fundir los espacios de poco uso con otros de ritmo diario.
Por tanto, equilibrar la función, el volumen y el nivel de uso es vital en el proceso de proyección del espacio.
Esther García Labeaga.