La naturaleza de esta obra fue la reforma de una casa de fin de semana y vacaciones, una válvula de escape; una casa llena de recuerdos en los que el tiempo había dejado su manto, su huella y alguna generación que otra. Esta casa contaba, además, con muebles y accesorios llenos de memoria, remembranza e historia. Por tanto, la reforma sirvió para deshacerse de elementos que se habían ido acumulando en el transcurrir de los años, para volver a cuestionarse necesidades, prioridades y para reevaluar el estilo de vida para el tiempo restante.
La piedra natural, arenisca, presente en la fachada principal y trasera, se dejó al descubierto… la sensación de hogar que generó este cambio subrayó la experiencia de trasladarnos a otro espacio y otro tiempo. Asimismo, se descubrieron algunas vigas y pie derechos de madera revelándose toda su belleza. También nos encontramos, en algunas paredes medianeras, con un bellísimo ladrillo rústico que se trató y dejó a la vista para ser contemplado y disfrutado. Qué hermosura!!!
Para el revestimiento de los suelos se optó por dos tipos de material: porcelánico, colocado en damero, blanco y gris, para toda la zona central correspondiente a la cocina-distribuidos-salón y también, en el baño. Para los dormitorios, se eligió un laminado acabado arce, muy cálido al contacto con los pies desnudos.
En cuanto a los techos, se cerraron con tablero laminado acabado en textura madera y de color blanco a fin de maximizar la luz y la sensación de espacio extensivo.
Respecto a las puertas de interior, se instalaron nuevas con un estilo antiguo castellano para seguir respetando el sabor a tradición. También las contraventanas se modificaron, siguiendo el mismo patrón de estilo. En ambos casos, el color blanco fue el elegido, siempre en busca de luz y esplendor.
Por último, la iluminación se resolvió de diferentes maneras. En los dormitorios, a parte de la luz puntual en las mesillas, se restauraron las lámparas cenitales originarias de la vivienda. Esta decisión fue tomada desde el amor a las ‘viejas glorias’. Para el resto, se eligió un estilo rústico e incluso algún foco moderna para realzar la piedra, gran protagonista en el salón.
El resultado, una vivienda que acoge, que despierta el alma, que respeta, que venera el pasado y también el presente. Respecto a los propietarios, nuestro agradecimiento y admiración. Con todo nuestro cariño, feliz morada!